"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Opinión
Reinventarse o perecer
Por Enrique Galván, director de FEAPS
25/07/2012
Stefan Sweig, en su autobiografía El Mundo de Ayer, retrata de manera magistral el cambio de era que significó el período de las dos guerras mundiales. Lo leí hace tiempo, pero recuerdo cómo relata el derrumbamiento de una manera de vivir y entender el mundo, la desaparición de un imperio en pocos años y el advenimiento de un mundo totalmente nuevo. Lo recomiendo en estos tiempos de cambio y zozobra. Nuestro pensamiento, y sobre todo el sentimiento que va ligado a él, se rebela ante la necesidad de cambio y por momentos debemos hacer el ejercicio mental de volver a la realidad que vivimos (la de hoy y no a aquella donde estuvimos hace pocos años) y de la que nos resistimos a perder gran parte de la seguridad que sentíamos.
Las organizaciones en las que trabajamos y a las que estamos afectivamente ligados celebrando sus aniversarios, relatando sus logros y en ocasiones queriendo olvidar sus flaquezas, quedan hoy expuestas a una situación para la que no habían sido diseñadas: ¿cómo cambiar de una manera tan rápida y radical para adaptarse a un mundo que todavía no sabemos cómo va a ser? Frases ya manidas como “las cosas ya no podrán ser más de esta forma”, “tendremos que reinventarnos” o “con la que está cayendo" generan una gran incertidumbre e inquietud porque, sobre todo, no hay respuesta concreta. Escuchamos: “qué nos digan de una vez dónde estamos, en qué situación quedamos…para saber lo que tenemos que hacer…”.
Nuestras organizaciones son entidades que en términos generales podemos decir que han tenido éxito. En gran medida han sabido cumplir la misión que se les encomendó como motores para promover derechos y mejores condiciones de vida, sensibilizar a la sociedad en su conjunto, crear oportunidades educativas, de empleo, de vivienda. Y no es porque lo diga el sector, sino que es algo reconocido por los poderes públicos, las universidades, el mundo empresarial, etc. En España, con todas las limitaciones y peros que se puedan incorporar, el ámbito de las personas y organizaciones de la discapacidad han tenido y tienen hasta hoy un balance muy positivo.
Pero este es el punto en el que el modelo social se desequilibra peligrosamente. No diré que entra en “quiebra”, que es palabra de mal agüero, pero el sufrimiento de las personas y familias y la preocupación por el futuro es nuestra realidad cotidiana. Nos enfrentamos con una paradoja o casi un enigma clásico, en el sentido de que las necesidades aumentan porque las oportunidades y recursos son menores. Por tanto, el sentido de la propia existencia de nuestras organizaciones cobra mayor relevancia y junto a ello nuestro futuro se ve cada vez más comprometido.
Todos participamos de esta situación de la que no somos capaces de tener visión y horizonte al que caminar. Y menos cualificado que cualquiera me siento yo para esa tarea. Pero haciendo un ejercicio de observación de las organizaciones que mejor se adaptan en estos tiempos podemos inferir algunas pistas que nos pueden ayudar a concebir una nueva versión de nuestros modelos organizativos.
No sé si coincidís conmigo, pero nuestras entidades no tienen un problema de misión: su sentido y la justificación de ser se mantiene firme. Eso es tranquilizador. Puede darse el caso que entidades particulares no hayan transformado su ADN y no se sientan comprometidas con los derechos de las personas a las que representan, no sean suficientemente transparentes o democráticas, no fomenten la participación, no cuenten con una base ética sólida y en ese caso tal vez la mejor opción es perecer, pues son una mina en la reputación y buen hacer del resto. Pero la mayoría de las entidades que tienen bien definidos sus fines y cierta salud como organización deben, debemos, reflexionar en ámbitos como los siguientes:
- Abrir proyectos con otras entidades del tercer sector y del ámbito privado, donde construir juntos más allá de la búsqueda de financiación clásica, potenciar un modelo de responsabilidad social que sea lugar común donde alimentar valores compartidos. Igualmente, incidir en la legislación del Mecenazgo en la esfera de lo social.
- Promover nuestra transformación y la de nuestras actividades hacia propuestas más audaces de inclusión como oportunidad. Corremos el peligro de quedarnos secuestrados por los servicios diseñados en épocas anteriores.
- Llegar a ser entidades de un solo “click”, donde la ciudadanía y su participación tengan la puerta abierta de forma permanente. Y con ello, generar simpatía social. Ser ejemplo en la rendición de cuentas, la transparencia y la austeridad.
- Promover un liderazgo dinámico compartido que fomente la cercanía dentro y fuera de las organizaciones, con una relación con los poderes públicos de independencia y responsabilidad.
- Poner en valor de nuestro conocimiento y capacidades para generar iniciativas de emprendimiento que creen riqueza, sin rubor a poderlo ofrecer en el mercado como una propuesta valida de Innovación, eficiencia y agilidad.
- Apoyar y defender como propias las luchas de otros colectivos, contribuyendo de manera práctica en la comunidad concreta donde estamos: cediendo espacios, compartiendo recursos ofreciendo lo mucho o lo poco que tengamos.
- Ser más globales en nuestras estrategias y en el diseño de nuestras organizaciones. Potenciar nuestras sinergias y mayor racionalización. De otro modo, la sociedad no nos va a renovar el crédito que tenemos con ella.
En definitiva, sumar en una sociedad de personas. Hoy nos toca vivir en la pared de las dificultades: si en otro momento la imagen de las organizaciones era el árbol robusto y poderoso, hoy toca diseñar organizaciones “enredadera”, que toman su nutriente en un sólo punto y lo distribuyen hacia una arquitectura liviana, casi aérea, con una gran superficie sobre la que se expande y que permite sobrevivir en lugares tan inhóspitos como un muro. Si paseáis por una zona rural podréis ver como la yedra cuando prende es capaz de reventar gruesos muros. En este reto, nuestro mayor valor es que podemos enfrentarlo juntos.